La ansiedad es el segundo motivo más frecuente de consulta psiquiátrica en nuestro país, sólo precedido por la depresión. Su frecuencia en mujeres duplica a la de los varones.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción básica que tiene la función de organizar de la manera más eficaz posible los recursos de la persona ante una situación anticipada como peligrosa con el objetivo de preservarle de posibles daños. 

Es un proceso emocional normal que tiene una función adaptativa e imprescindible para sobrevivir.

Factores de predisposición

Existen dos tipos de factores de predisposición: biológicos (hereditarios, influencia genética) y psicológicos (escasa sensación de control sobre el entorno desarrollada a partir de experiencias tempranas). Se ha demostrado una fuerte relación entre el desarrollo de un trastorno de ansiedad y la presencia de padres sobreprotectores y controladores.

Diferencia entre ansiedad y miedo

El miedo surge cuando interpretamos una situación real e inminente como peligrosa, su función es prepararnos para la lucha, la huida o pedir ayuda. La ansiedad es una respuesta ante una situación imaginada, no es algo que esté sucediendo sino que podría ocurrir en el futuro, y que es interpretada como una amenaza tanto física como psicológica

Los seres humanos, a diferencia de los animales, podemos tener miedo a cosas reales o imaginarias. En ambos casos, las reacciones fisiológicas serán las mismas

Reacciones fisiológicas

La amígdala es la parte del cerebro que decide qué es peligroso y qué es inofensivo, muchas de las decisiones se basan en las experiencias del pasado.

La amígdala se puede activar tanto en una situación de peligro real (un niño corriendo detrás de un balón cruzando una calle) o bien en situaciones que sólo están en nuestra imaginación (que una persona a la que queremos tenga un accidente de tráfico), esto es lo que se denomina ansiedad anticipatoria.

La amígdala cuando se activa hace que se segregue noradrenalina y cortisol (Sapolsky, 2008), que es la hormona del estrés que hace que el cuerpo se disponga a la lucha o huida.

La amígdala está conectada con el hipocampo, parte del cerebro que almacena la información de lo que está ocurriendo. El hipocampo también regula la memoria a corto plazo, por este motivo cuando percibe un peligro se pierde la capacidad de concentración y aparecerán problemas de memoria y atención.

Cuando nos enfrentamos a un peligro y lo superamos nuestra amígdala lo percibe como menos peligroso, esto se denomina desensibilización sistemática. Sin embargo, cuando evitamos algo nuestro cerebro piensa: “no ha pasado lo que temía porque lo he evitado, esto quiere decir que en el futuro tengo que seguir evitándolo porque si no lo hago así sucederá lo que temo”.

Si evitamos las situaciones que nos dan miedo estaremos a merced de esta emoción que ganará fuerza y nos sentiremos muy limitados. Si afrontamos la situación descubriremos que las creencias que teníamos sobre ella no son ciertas y ganaremos confianza y seguridad. Enfrentarnos a lo que tememos nos hace más fuertes, evitarlo más débiles.

Ansiedad normal y ansiedad patológica

La ansiedad es adaptativa cuando impulsa al individuo a adoptar las medidas necesarias para evitar una amenaza o reducir sus consecuencias. La percepción de un acontecimiento como estresante depende de la valoración de la situación y de los recursos del propio individuo para hacerla frente. Por ejemplo, si en mi trabajo me encargan la realización de un informe sobre un área en el que me considero experto veré la oportunidad como un reto, esto me generará cierta ansiedad debido a que es importante para mí que el informe esté bien realizado, mis superiores valorarán la calidad del mismo. Esta ansiedad que me genera por un lado el miedo a que valoren de manera negativa mi trabajo y, por otro, la oportunidad para demostrar mis conocimientos sobre la materia,  harán que disponga de la energía necesaria para acometer con éxito la labor encomendada. Niveles moderados de ansiedad están relacionados con un desempeño óptimo en las tareas.

La ansiedad es patológica cuando estamos dando unas respuestas de activación inadecuadas. La ansiedad patológica es exagerada respecto de la amenaza objetiva que la dispara, se manifiesta  con síntomas de activación que preparan al organismo para una acción defensiva frente a un peligro que no existe. En el plano cognitivo, se presentan pensamientos específicos que sobrevaloran el riesgo, adoptando la forma de preocupaciones. En el plano fisiológico, se incrementa la activación de la rama simpática del sistema nervioso autónomo, generándose reacciones como taquicardia, sudoración, tensión muscular. En el sistema motor, se producen las respuestas de evitación y escape, lo cual lleva a abandonar los entornos disparadores de ansiedad o a soportarlos con mucho malestar.

Cuando la ansiedad se vuelve patológica

Los tratamientos de elección son la exposición y la desensibilización sistemática, dependiendo del tipo de ansiedad y de su manifestación ambas opciones  han probado una gran eficacia terapéutica.

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